jueves, 22 de marzo de 2012

Así nos va...

Ya no me sorprende nada, bueno casi nada, y sobre todo lo relativo a la Religión.
Es inaudito que estando en al año 2012 se realicen libremente las arengas que dicta un Iman ( Es decir un orador del Coran ), y que se permitan en este "nuestro Pais" frases como "Amonestad a las que temais que se rebelen, pegadlas" Y todavia haya Asociaciones proislam, y peor aun que haya mujeres que miren para otro lado.Nada mejor que la contrapolacion de esas palabras en boca de un ministro de la iglesia catolica, no tardarían en denunciar, manifestar e incluso pedir un escarnio publico del que promulga tales palabras.
Seguimos en un Pais que permite todo a cierto tipo de Religiones, puntualizando, menos a la catolica
Existe una burla constante en todo lo relativo a la iglesia; alguna protesta...
Estoy esperando el mismo ataque de los progres-aconfesionales de la radio y la prensa contra los musulmanes, pero claro la diferencia es sustancial, mientras el Catolico no hace nada y aguanta tanta mofa, el mususlman dice que quien este en contra de Alá o el Corán deber morir.


domingo, 11 de marzo de 2012

Esa fria mañana de marzo...

Eran las 6:40 h. del 11 de marzo cuando, como cada día, sonó la alarma del despertador. Con los ojos cerrados por el sueño, logré alcanzar la ducha que me proporcionaría el único buen momento del día hasta la vuelta. Aparentemente era una mañana como todas, salvo por la sensación que produce haber tenido una discusión la noche anterior.

Me fui, sin despedirme, sin ese beso que, sin palabras, es capaz de transmitir tantas cosas. Un beso que forma parte de las repetidas despedidas matinales, un beso que echaría de menos durante todo el día y que aseguraba otro beso a la vuelta.

A las 7:15 h. llegaba al andén el tren que debía coger. Una carrerita, para no perderlo, y adentro. No iba a estar esperando tres minutos al siguiente tren. Cuánta gente, para variar. “Menos mal que muchos se bajan en Cuatro Vientos”, pensé, sin darme cuenta de que en la carrera me subí en un vagón que no era el habitual y que no coincide con la salida del anden de Cuatro Vientos. Al llegar no se bajó tanta gente como esperaba pero quedó un sitio libre justo en el sitio que yo solía ocupar en el otro vagón. “Que suerte, al lado de la ventana”, pensé.

Siestecita y caminito a Madrid. En el trayecto me despertó un periódico que cayó desde la estantería, después de que un viajero no acertara a colocarlo tirándolo desde abajo. De nuevo siesta hasta Atocha…

Eran las 7:39 h., el tren casi se vacía, “cuatro gatos” quedamos en el interior del vagón cuando suena el ti-ti-ti-ti-ti-ti-ti que indica el cierre de puertas y que hay que ir pensando en tomar posiciones para bajar en la siguiente estación, Méndez Álvaro. Preferí seguir, en lugar de cambiar a la vía 2 para ir a Nuevos Ministerios. ¡Qué suerte!.

El tren no recorrió 20 metros cuando de repente algo sucedió. Algo inexplicable con palabras, una especie de temblor, como si el tren perdiera las vías, seguido de una explosión hueca, pero duradera, que rompió el silencio de un vagón a esas horas de la mañana, y el tren se detuvo bruscamente.

Momentos de desconcierto y silencio, mucho silencio, hasta que al girar la cabeza y mirar por la ventana una columna de humo y restos de cosas se levantaban hacia el techo de la estación. Un tren detenido, creo que en las vías de la línea de Getafe, me impedía ver la totalidad de lo sucedido.

Comienzan los nervios y los gritos, “¿qué ha sido eso?”, ”¡hijos de puta, cabrones!”, “¡ha sido una bomba!”. El llanto de una chica que iba sentada a mi lado me hace reaccionar e intento calmarla con poco éxito, “tranquila, seguro que no es nada”. No volví a verla.

Alguien gritó ¡Hay que salir de aquí!.

Algunos, con los nervios y la confusión quisieron salir por el lado de las vías, “¡no, por ahí no!, mejor por el lado del anden”. Las puertas no se abren, la apertura de emergencia no funciona, la alarma tampoco, la tensión aumenta. Con la ayuda de un chico conseguí abrir las puertas introduciendo los dedos en la unión de estas. Todo esto ocurrió en solo unos segundos, pero fueron eternos.

Cuando conseguimos bajar al andén, fue como si todo el mundo desapareciera, solo recuerdo el andén vacío, las escaleras mecánicas, a lo lejos, repletas de gente, y gritos, muchos gritos. No se por qué motivo, hacia allí me encaminé cuando justo antes de llegar a la escalera, otra explosión, mucho mas escalofriante que la primera, y acompañada del ruido de cosas que oía caer alrededor de mi. Silencio sepulcral y de nuevo gritos. Había pasado un minuto de la primera explosión.

Tenía el corazón a 100 por hora. Desorientado, me refugié tras las escaleras justo en el momento en que se producía una tercera explosión, y como las otras veces, silencio y más gritos. Entre la segunda y la tercera explosión no habían transcurrido ni cinco segundos.

Pensé, “lo mejor es salir por donde sea, puede haber más explosiones en cualquier sitio”. A lo lejos vi la salida a la calle por las vías y cuando me di cuenta estaba corriendo, sin aliento, hacia la luz. Había charcos entre los raíles, a punto estuve de caer. No llegaba nunca el final de la estación, la luz estaba lejos. Fue como correr sobre una cinta de gimnasia…

Allí me reuní con gente que venia de los andenes próximos al tren que después supe había explotado. Había gente herida, pero que salían por su propio pie. Recuerdo una chica con un abrigo largo y claro, completamente tiznado de ceniza, su cara parecía la de un minero. Lloraba a la vez que hablaba por el móvil, intentando explicar a alguien lo que había pasado.

Desde una rampa que da acceso a los edificios de servicios de RENFE, pude observar el “espectáculo”; gente saliendo de la estación como podía, deprisa, pero sin correr, con una calma muy tensa, con los rostros desencajados. Desde mi situación no podía ver más que humo, gente, y un tren que entraba en la estación a pesar de las señales que se le hacían para que no lo hiciera. Las vías estaban repletas de gente. Sabia que lo que allí había ocurrido era una tragedia, una carnicería…. Cogí el teléfono móvil, bloqueado por el miedo, no sabia a quien llamar, marqué:

“… tranquila, estoy bien. Ha habido unas explosiones en Atocha, esto es horrible. Pero estoy bien. No llames a mi madre, estará dormida y la asustarás. Luego la llamo. Te quiero.”.

En seguida las comunicaciones se cortaron. Era imposible hacer y recibir llamadas.

Al llegar al edificio del AVE, otra mujer, con el rostro ensangrentado, lo único que quería era irse de allí, pese a las indicaciones de una azafata que la ofrecía quedarse con ella hasta que llegara una ambulancia.

¿Una ambulancia?, ¡qué pobre estimación!. Nadie podía imaginar la magnitud de lo que había pasado dentro de la estación, a tan solo unos metros del tren en el que yo iba.

Al salir a la calle, una por la que nunca había pasado antes, fue cuando note el dolor, un dolor intenso y constante como si una pinza gigante me hubiera aprisionado el cuello y el hombro.

Igual que “zombis” caminábamos sin un rumbo preestablecido, pero como por instinto lo hacíamos hacia la glorieta de Atocha. Empezaban a escucharse algunas sirenas, pocas en comparación con las que se escucharían al llegar a la glorieta.

Allí me senté en un banco a esperar algo, no se bien el que. Quizás decidiendo dónde ir, que hacer. Cientos de sirenas me volvían loco. Después de un rato, estaba helado por el frío y la respiración era acelerada, me levanté con dirección al Reina Sofía.

Sin parar, me llegaban mensajes al móvil, “¿te ha pillado?”, “llámame, quiero saber como estas” , “llámame en cuanto puedas”, “están bien, ¿Qué pasa en Madrid?”…

Recibí una llamada de mi madre, “hijo, ¿estas bien?, no puedo oírte, por favor, si estas bien llámame… “. A mi estado de ánimo, entonces, tenía que sumar la desesperación de mi madre al no poder hablar conmigo. Mas tarde supe que ella tan solo escuchaba, mientras me decía esas palabras, los cientos de sirenas de ambulancias y coches de policía que pasaban a mí alrededor. Llegué a una plaza en la que esta la entrada del Museo. Después de mucho intentarlo, conseguí comunicar con ella, “Me ha pillado, pero tranquila que estoy bien, luego te llamo desde la oficina.”.

Aún no se como se me ocurrió la idea de ir al trabajo y no volverme a casa. Quizás necesitaba que el médico de la empresa me echara un vistazo al cuello, que me dolía tanto como el corazón. Conseguí llagar al metro, aunque este fue desalojado y el servicio interrumpido. Cambié de dirección hacia el centro, la gente era ajena a lo que había sucedido fuera, me di cuenta de ello por comentarios que hacían, “si, ha habido un atentado pero no se donde…”.

Camino de la oficina, seguía recibiendo mensajes en el móvil, y la llamada de una compañera de mi hermano en Mallorca: “…dime como estas, tu hermano esta preocupado por ti.. Han dado el aviso, en la emisora de los bomberos, de unas explosiones en Madrid…”, “…estoy bien, dile que ya hablaremos…”

Después de que la Doctora me reconociera y tomara la tensión, me dejo “relajándome” en una sala. ¿Cómo tendría la tensión?.

Al ver a los compañeros supe que no solo había sido en Atocha, al menos en otros tres trenes más había habido explosiones. En Santa Eugenia, El Pozo y en la calle Téllez justo al lado de la estación de Atocha.

La sensación de vacío dentro de mi cada vez era mayor. No quería saber más, no quería saber a cuantos. Por esas horas ya eran 45.

Nuevamente hablo con mi familia, y mi madre, no se por que sexto sentido, sabía que algo me pasaba.

Ya en la mutua, me realizaron las preguntas oportunas para ver mi estado psicológico, la exploración y las radiografías oportunas para diagnosticar una contractura cervical que aun no se como se produjo y que me mantendría fuera de circulación 15 días.
Cuando la doctora dijo “Espera un momento y, por favor, no veas la tele de ahí fuera....”. Fue como arrojarme desde lo alto de una montaña rusa. Hice caso y no vi la tele, pero no pude evitar escucharla. El número de victimas había ascendido ya a casi cien personas, el caos y la confusión eran enormes.

No olvidaré el abrazo que me dio mi madre al verme.

Ya en casa, por la tarde, supe que el número de victimas era ya de 173 y unos 600 heridos. Las cifras iban aumentando con el paso de las horas. Días mas tarde la cifra definitiva sería de 191 y unos 1500 heridos.

El sábado después de aquel fatídico día, necesitaba ir a la estación de Atocha, no se por qué ni para qué. Igual para calmar esos sentimientos de culpabilidad, que tenía y aún tengo, por no haber hecho todo lo posible por los que allí quedaron. Cuanto más cerca estábamos de la estación de Atocha, más fuerte la apretaba la mano y notaba como mi corazón se aceleraba.

Encendí velas en el andén y en el hall de la estación. Me quedé allí, parado, pensando, llorando, leyendo las frases de despedida y los recuerdos que la gente iba dejando. Era un sitio en el que los sentimientos brotaban de cada uno de los que allí estábamos. Pero yo necesitaba hacer algo más, fui a las concentraciones, doné sangre, colgué el lazo negro en la ventana. Nada era suficiente.

Ahora busco excusas para no utilizar el tren o el metro.
Aún me sobresalta cualquier ruido fuerte, por normal que sea. Las sirenas me producen una sensación, extraña, que me pone la piel de gallina y me acelera la respiración.

…Y nunca más he vuelto a salir por la mañana sin el beso, que desde ese día se volvió más intenso.

16 de junio de 2004 - 5 de agosto de 2004

Hasta hoy, solo una persona conocía la existencia de estas líneas.
Hoy, después de mucho tiempo, no tengo más remedio que volver a utilizar el cercanias, no soporto ese olor a limpiador y a plástico al que huelen los vagones. El paso por Atocha y las sirenas de emergencias me siguen provocando aceleración del corazón y sudor frio.
Y aún hoy, en muchas ocasiones, el sentimiento de culpa me llena de rabia y a la vez de tristeza...

lunes, 5 de marzo de 2012

Sindicatos, ¿para qué os quiero?

El próximo día 11 de marzo, se pone de manifiesto la poca sensibilidad de los sindicatos.

Después de meses, incluso años sin saber de ellos. Después de permitir, sin decir ni palabra, que todo se vaya al cuerno, reaparecen un 11 de marzo.

Un 11 de marzo en el que preparan condentraciones y manifestaciones en contra de "la reforma laboral".

Están obligando a plantearse, a las asociaciones de victimas del terrorismo, a modificar esa fecha para sus actos homenaje.

Estos tios, demuestran los pocos escrúpulos que tienen a pisotear todo lo que no sean sus "ideas".

Los actos homenaje, se pasan al 12-M para no coincidir con las movilizaciones sindicalistas.

Pero qué jeta tienen. Encima justifican la fecha, diciendo que esas movilizaciones no se pueden hacer el 18 de marzo, "porque hay puente".

http://www.diariocritico.com/im-presentable/sindicatos/11-m/408411

Después de todo, que el 11 de marzo, cada uno haga lo que le de la gana.

jueves, 1 de marzo de 2012

Bancos Ladrones

¿POR QUÉ LOS BANCOS, CUANDO SE QUEDAN CON TU VIVIENDA LA PUEDEN VENDER SIN
PONERLA A SU NOMBRE Y ASÍ NO PAGAR EL 7% DE TRANSMISIONES PATRIMONIALES.....?
¿CUANTOS MILES DE MILLONES DE EUROS TENDRÍAN QUE PAGAR A HACIENDA?.

CALCULANDO QUE HAYA 1 MILLÓN DE VIVIENDAS QUE LOS BANCOS HAN ARREBATADO A
LOS HIPOTECADOS FALLIDOS Y PONIENDO UN VALOR MEDIO A LA VIVIENDA DE 200.000
EUROS,.....SERÍA:
1.000.000 X 200.000 = 200.000.000.000 MILL. X 7% = 14.000.000.000 MILLONES
............Y NADIE DICE NI MU............ POR QUÉ ?


INDECENTES



Me gustaría transmitirle al Gobierno pasado, al actual, y al que puede venir lo siguiente:

TENGAN LA VERGÜENZA de hacer un plan para que la Banca devuelva al erario público los miles de millones de euros que Vds. les han dado para aumentar los beneficios de sus accionistas y directivos; en vez de facilitar el crédito a las familias y a las empresas, erradicarlas comisiones por los servicios bancarios y que dejen de cobrar a los españoles más humildes €30.01, cada vez que su menguada cuenta se queda sin saldo.
Cosa que ocurre cada 1º de mes cuando les cargan las facturas de colegios, comunidades, telefonía, Etc. y aun no les han abonado la nómina.

PONGAN COTO a los desmanes de las empresas de telefonía y de ADSL que ofrecen los servicios más caros de Europa y de peor calidad.

ELIMINEN la duplicidad de muchas Administraciones Públicas, suprimiendo organismos innecesarios, reasignado a los funcionarios de carrera y acabando con los cargos, asesores de confianza y otros puestos nombrados a dedo que, pese a ser innecesarios en su mayor parte, son los que cobran los sueldazos en las Administraciones Públicas y su teórica función puede ser desempeñada de forma más cualificada por muchos funcionarios públicos titulados y que lamentablemente están infrautilizados.

HAGAN que los políticos corruptos de sus partidos devuelvan el dinero equivalente a los perjuicios que han causado al erario público con su mala gestión o/y sus fechorías, y endurezcan el Código Penal con procedimientos judiciales más rápidos y con castigos ejemplares para ellos.

INDECENTE, es que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 €/mes y el de un diputado de 3.996, pudiendo llegar, con dietas y otras prebendas, a 6.500 €/mes. Y bastantes más por diferentes motivos que se le pueden agregar.

INDECENTE, es que un profesor, un maestro, un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública, ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera.

INDECENTE, es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura).

INDECENTE, es que un ciudadano tenga que cotizar 35/40 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con siete, y que los miembros del gobierno, para cobrar la pensión máxima, sólo necesiten jurar el cargo.

INDECENTE, es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF.

INDECENTE, es colocar en la administración a miles de asesores = (léase amigotes con sueldos que ya desearían los técnicos más cualificados)

INDECENTE, es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos y sindicatos pesebreros, aprobados por los mismos políticos que viven de ellos.

INDECENTE, es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (ni cultural ni intelectual).

INDECENTE, es el coste que representa para los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas de crédito por doquier.

INDECENTE, No es que no se congelen el sueldo sus señorías, sino que NO se lo bajen.

INDECENTE, es que sus señorías tengan seis meses de vacaciones al año.

INDECENTE, es que ministros, secretarios de estado y altos cargos de la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del ERARIO PÚBLICO.

Y que sea cuál sea el color del gobierno, toooooooodos los políticos se benefician de este moderno “derecho de pernada” mientras no se cambien las leyes que lo regula.

¿Y quiénes las cambiarán? ¿Ellos mismos? Já.

Juntemos firmas para que haya un proyecto de ley con “cara y ojos” para acabar con estos privilegios, y con otros.

¡¡¡ Haz que esto llegue al Congreso a través de tus amigos !!!

ÉSTA SÍ DEBERÍA SER UNA DE ESAS CADENAS QUE NO SE DEBE ROMPER, PORQUE SÓLO NOSOTROS PODEMOS PONERLE REMEDIO A ESTO, Y ÉSTA, SI QUE TRAERÁ AÑOS DE MALA SUERTE SI NO PONEMOS REMEDIO, está en juego nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Autor: Arturo Pérez Reverte